Hace más de 30.000 años, en lo que hoy es el sur de Alemania, los primeros humanos modernos tallaron un pequeño caballo en marfil de mamut. Conocido como el caballo de Vogelherd, esta pieza se considera la escultura de caballo más antigua hecha por el ser humano.
Es tan pequeña que cabe en la palma de la mano y conserva detalles como la boca, las fosas nasales, los ojos y la crin del animal. Con el tiempo, sus patas se han roto, pero la cabeza sigue intacta.
La escultura fue hallada en la cueva de Vogelherd, un lugar usado por la cultura Auriñaciense entre 43.000 y 35.000 años atrás. Estos cazadores-recolectores fabricaban herramientas de piedra, cuentas pintadas y figuras de marfil.
Durante un tiempo compartieron la región con los neandertales. En la cueva también se encontraron huesos de renos y caballos, lo que muestra que esos animales eran importantes tanto como alimento como fuente de inspiración artística.
El caballo de Vogelherd demuestra que, incluso hace decenas de miles de años, los humanos ya sentían la necesidad de crear arte y representar la belleza de los animales que formaban parte de su vida.