En Nueva York, un poltergeist atacó a un hombre y l#ego lo mató. Esta escalofriante historia fue publicada en el periódico estadounidense Altoona Times el 27 de octubre de 1884, tras recibir una carta escrita por un tal Dr. Charles S. King. El Dr. King vivía en Buffalo, Nueva York, EE. UU., y afirmó que esto le ocurrió a uno de sus pacientes.
Todo comenzó cuando dos hombres acudieron al consultorio del doctor. Uno de ellos estaba herido, y el otro lo acompañaba. El doctor no reveló sus nombres. El hombre herido le contó al Dr. King que había sido atacado por una «entidad fantasmal». Inicialmente escéptico, el médico examinó al hombre y descubrió varios moretones graves, un corte que parecía hecho con un cuchillo, una costilla rota y daños en su pulmón derecho. El Dr. King no pudo determinar qué pudo haber causado tales lesiones.
El paciente explicó que estaba dormido cuando, de repente, sintió que algo lo agarraba del cuello. Intentó liberarse, pero solo logró gritar antes de recibir un golpe en el pecho. Sintió que sus huesos se rompían y luego fue apuñalado varias veces. «La hoja le atravesó el costado varias veces. Lo encontraron inconsciente en el suelo, iluminado por la luz de la luna que entraba por la ventana. Todas las ventanas y puertas estaban cerradas por dentro, y nada en la habitación parecía haber sido alterado.»
El médico quedó tan impactado por el relato que decidió visitar la casa del paciente, a pesar de que estaba a 30 millas de distancia. Esa noche se fueron a dormir, pero antes de que el doctor pudiera conciliar el sueño, un grito terrible y un fuerte golpe provenientes de la habitación del paciente lo despertaron. Corriendo al lugar, encontró al hombre inconsciente en el suelo, sangrando por la boca, con moretones nuevos en todo el cuerpo y más costillas rotas.
Las heridas eran tan graves que el médico no pudo hacer nada para salvarlo. Poco antes de morir, el paciente recuperó la conciencia y describió cómo una fuerza invisible lo había agarrado, lo había lanzado violentamente contra la pared y luego lo había tirado al suelo. El Dr. King estaba convencido de que el paciente no podría haberse causado esas lesiones por sí mismo bajo ninguna circunstancia.