De todos los objetos de interés, rara vez se encuentra algo más enigmático que el espejo, que siempre ha estado rodeado de misterio y simbolismo místico. Hasta el día de hoy, las personas más impresionables intentan comunicarse con el más allá, predecir el futuro y descubrir los secretos del pasado con su ayuda. Algunos lo logran… ¡Un lienzo más valioso que el de Rafael! La historia del espejo se pierde en las profundidades del tiempo. Se fabricaron ya en la antigua Sumeria, la India y Egipto. Al principio, los espejos se hacían de obsidiana, bronce y piedra caliza.
Los primeros espejos de vidrio se fabricaron en el siglo XII por maestros venecianos que vivían y trabajaban en la isla de Murano. Una vez, los vidrieros de Murano fundieron una hoja de plomo y la rociaron con mercurio. El plomo se disolvió en el mercurio y se formó lo que se llama una amalgama. Luego, se colocó un trozo de vidrio sobre ella y, formando una fina película de amalgama, se pegó firmemente al vidrio.
Este secreto fue guardado por los venecianos durante más de 200 años, y los espejos que fabricaban tenían un valor extraordinario. Un espejo de 1,2 metros por 80 centímetros costaba 2,5 veces más que el lienzo de Rafael.
¿Refleja o atrae? Los habitantes del Este solían colocar espejos frente a las entradas de sus hogares, creyendo que estos reflejaban energías negativas.
En Europa, se adoptó la práctica de colocar espejos en las ventanas para reflejar pensamientos malintencionados o negatividad procedente de construcciones cercanas «maléficas», como hospitales y prisiones.
En España, los espejos se cosían a la ropa de los niños para desviar las miradas de los envidiosos.
En Rusia, se creía que un espejo podía «contagiar» la maldad y transmitirla a cualquier persona que lo mirara. Por eso, se prohibía a las mujeres mirarse en los espejos durante períodos «impuros»: días menstruales, embarazo y las primeras semanas después del parto.
El autor de la famosa utopía La Ciudad del Sol, el filósofo italiano Tommaso Campanella (1568-1639), escribió: «Las viejas mujeres, que ya no tienen sangre y cuya boca y ojos exudan fluidos desagradables, al mirarse en el espejo, descubren que este se ha nublado, ya que las gotas de humedad de su aliento pesado se adhieren al vidrio frío y transparente y se condensan».
En uno de los actos de la Academia de Ciencias de París en 1779, se puede leer lo siguiente: «Cuando una anciana se acercaba a un espejo perfectamente limpio y lo miraba más tiempo del necesario, el espejo absorbía una gran cantidad de su energía negativa, que luego se recogía y analizaba científicamente. Los estudios químicos revelaron que estos fluidos eran altamente venenosos».
Existe una historia de un comerciante rico en la Edad Media que, al descubrir la infidelidad de su esposa, la mató a ella y luego se suicidó frente a un enorme espejo. Posteriormente, otro hombre compró la casa, y la esposa del nuevo propietario también fue encontrada muerta frente al mismo espejo.
Así, el espejo asesino pasaba de dueño en dueño, y, como regla general, las mujeres que vivían allí enfrentaban su muerte ante el reflejo del espejo.
El médico medieval Paracelso diagnosticaba a los enfermos basándose en cómo el espejo reflejaba su respiración y lo usaba como herramienta terapéutica. Con hechizos y fórmulas mágicas, Paracelso «invitaba» las energías oscuras de las enfermedades a reflejarse en el paciente a través del espejo.
Hoy en día, muchos científicos creen que el espejo, como cualquier otro objeto, está rodeado de un campo invisible. Algunos espejos poseen energía positiva, mientras otros tienen energía negativa, especialmente si en sus «ojos» ocurren asesinatos, violencia y conflictos.
Intenta controlar un televisor con el control remoto, pero no de la manera habitual: en lugar de apuntar directamente, dirígete al espejo. Los programas se cambiarán perfectamente. Pero si la superficie del espejo refleja rayos invisibles al ojo humano, entonces puede reflejar energías más sutiles, como emociones y sentimientos humanos.
Por eso, tanto científicos como expertos recomiendan no experimentar con el espejo, no adivinar ni hacer hechicerías. El «golpe del espejo» puede dañar nuestra frágil energía.
Algunos científicos sostienen que cualquier objeto tiene cierta «memoria», y el espejo no es la excepción. Especialmente los espejos con amalgama de piedra caliza son excepcionalmente receptivos en términos de información. Creen que, bajo ciertas condiciones, la información almacenada en el espejo puede ser proyectada, influyendo en la humanidad.
El científico Raimond A. Moody, autor del libro La Vida después de la Muerte, investigó el fenómeno de los fantasmas en los espejos. Realizó experimentos en una «habitación del espejo» con varios voluntarios. Los resultados fueron sorprendentes: cinco de los diez participantes vieron a sus parientes fallecidos y hasta conversaron con ellos.
Por lo tanto, el espejo no solo tiene propiedades físicas, sino también propiedades metafísicas y energéticas que la ciencia y la espiritualidad aún intentan comprender.