Esta historia se publica regularmente en varias antologías de fenómenos anómalos, pero, desafortunadamente, no está claro hasta qué punto es verdadera ni quién fue el primero en contarla.
En mayo de 1753, un hombre llamado Alberto Gordoni, considerado un miembro respetado de la sociedad y que trabajaba como artesano y jardinero en la ciudad de Taconi, Sicilia, Italia, estaba caminando por la plaza del pueblo cuando, de repente e inexplicablemente, desapareció en el aire justo frente a los ojos de numerosos testigos atónitos.
Naturalmente, se organizó una búsqueda de inmediato, y se inspeccionaron todas las áreas cercanas y las casas, pero Gordoni no fue encontrado en ningún lugar. Además, no había zanjas ni pozos en el área donde podría haber caído. Parecía como si, en un momento, el hombre existiera y, al siguiente, simplemente hubiera desaparecido de la faz de la Tierra.
Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, y los meses en años, pero Gordoni seguía desaparecido. Poco a poco, los habitantes comenzaron a olvidarse de él, y finalmente fue completamente olvidado. Entonces, 22 años después, según se dice, Gordoni reapareció repentinamente en el mismo lugar donde había desaparecido. Sorprendentemente, parecía no haber envejecido ni un solo día durante todo ese tiempo.
Cuando le preguntaron qué le había sucedido y dónde había estado tanto tiempo, Gordoni insistió en que nunca había desaparecido y que, para él, esos 22 años simplemente no habían existido.
Pasaron varios años más antes de que Gordoni finalmente se confiara a un sacerdote local llamado Mario y le contara lo que realmente le había sucedido. Según Gordoni, el día de su desaparición, vio un extraño túnel brillante frente a él y entró en él.
«Alberto se encontró repentinamente en un túnel que lo transportó a un mundo ‘blanco y ambiguo’. No había objetos allí, solo accesorios extraños. Alberto vio algo parecido a un pequeño lienzo cubierto de estrellas y puntos, cada uno pulsando de manera diferente.
Había una criatura larga con cabello largo que le dijo a Gordoni que había caído en una ‘grieta en el tiempo y el espacio’ y que sería muy difícil devolverlo.
Alberto suplicó fervientemente que lo devolvieran, pero la criatura no se apresuró y comenzó a contarle sobre agujeros que se abren en la oscuridad, gotas blancas, pensamientos que se mueven a la velocidad de la luz, un alma sin cuerpo y un cuerpo sin alma, y ciudades voladoras con habitantes eternamente jóvenes.»
Finalmente, fue devuelto al lugar donde había estado, pero, según Gordoni, solo habían pasado unos 30 minutos como máximo. No tenía idea de que en realidad habían pasado 22 años.
El sacerdote Mario, al parecer, estaba convencido de que Alberto Gordoni le estaba diciendo la verdad y, más tarde, lo llevó de vuelta al lugar donde había desaparecido y reaparecido para ver si algo volvería a suceder allí.
Cuando llegaron allí, Gordoni desapareció repentinamente otra vez, esta vez para siempre.
No reapareció ni un año después ni en décadas posteriores. Como la desaparición ocurrió justo frente a los ojos de Mario, este se persignó y ordenó que el área fuera cercada, llamándola la «Trampa del Diablo.»
