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Magia

Percepción extrasensorial en los sueños a través de emociones y símbolos #3

Conexión con el Mundo Real

El retorno a esta experiencia ocurrió en 2012, cuando el autor escuchó por primera vez el concepto del planeta Nibiru, lo que provocó una oleada de recuerdos. Esta idea fue propuesta por el conocido escritor y defensor de la teoría del paleocontacto, Zecharia Sitchin. Él afirmaba que, al leer de manera literal los textos sumerios y la Biblia, estos cuentan la historia de un gran planeta volcánico que periódicamente entra en el sistema solar y es el hogar de antiguos extraterrestres, los legendarios dioses. Sitchin escribió numerosos libros tratando de probar esta teoría, la cual fue criticada por la comunidad científica por falta de evidencia sólida; sin embargo, la idea ganó popularidad en la cultura popular.

El autor leyó los libros de Sitchin, así como traducciones disponibles de textos sumerios, la Biblia y los apócrifos, y llegó a la conclusión de que la hipótesis sobre Nibiru se basaba en evidencias bastante indirectas y ambiguas. Sin embargo, era sorprendente que la descripción de este planeta por parte de Sitchin coincidiera estrechamente con lo que el autor había visto. Aunque la apariencia del planeta parecía inexplicable al principio, más tarde las fotos satelitales de la Tierra y otros planetas revelaron detalles muy similares, como flujos de lava, ciudades iluminadas vistas a través de las nubes por la noche y videos cósmicos de tormentas. Imaginar un planeta volcánico con tormentas frecuentes y nubes en movimiento correspondería de manera muy cercana a lo visto en el sueño.

Además, la teoría de Sitchin y su conexión con la Biblia daban sentido a elementos previamente desconectados: el texto ilegible, el diluvio, la Tierra sin agua, el Jardín del Edén, la transformación en un gigante y una analogía del futuro reino celestial como planeta, además de la idea de recibir información a través de sueños. Al menos, da la impresión de que el sueño ofreció una visión de la idea de Sitchin, que ya existía en ese momento pero era desconocida para el autor. También es interesante la similitud entre lo que se vio y las representaciones científicas actuales de planetas errantes similares, de los cuales el autor no tenía conocimiento previo. Existe un tipo de objeto conocido como «estrella infrarroja errante,» también llamado enana marrón. Además, es posible que existan objetos que se encuentran a medio camino entre un planeta y una estrella, y podría haber muchas variaciones de este tipo; es plausible que uno de estos esté moviéndose actualmente hacia el sistema solar, pasando desapercibido entre las estrellas.

La hipótesis de un noveno planeta en el sistema solar también es factible: otro planeta masivo cuyos parámetros exactos aún se desconocen, pero que probablemente exista. Además, este sueño actuó como una especie de clave para información que se abrió a través de asociaciones desencadenadas por la repetición del sueño en la mente, pero que no formaba parte de su contenido. Estas asociaciones llevaron a otro estudio de física publicado en una revista revisada por pares para principiantes, lo que fue un gran logro para el autor debido a su limitado conocimiento inicial del tema. Basado en todo esto, el autor concluyó que la percepción extrasensorial de información en sueños podría ser posible, lo que justifica un estudio más detallado.

Experimentos con el Estado de Proyección Astral

Para probar la posibilidad de recibir información a través de los sueños, el autor decidió practicar experiencias fuera del cuerpo (EFC) utilizando una técnica simple: acostarse, relajarse por completo, silenciar el diálogo mental, enfocarse en el momento presente y concentrarse en la respiración. Este estado era difícil de mantener y requería esfuerzo, por lo que los intentos iniciales no dieron resultados. Después de numerosos ejercicios, varias veces se alcanzó un estado cercano al sueño, durante el cual comenzaron a oírse voces distantes, y aparecían rostros desconocidos desde la oscuridad. Estos rostros se transformaban constantemente, cambiando de uno a otro, con rasgos faciales distorsionados para expresar cualidades negativas del carácter y, a veces, recordaban a monstruos. Parecían muy reales, asustando al autor y obligándolo a abrir los ojos.

Más tarde, se determinó que en ciertas condiciones desconocidas, este estado podría alcanzarse fácilmente, aunque en otros momentos no. El autor podía observar los rostros sin temor, controlando sus transformaciones, de personas normales a criaturas fantásticas. Esto se asemejaba a un video de IA, donde los cambios ocurren continuamente sin una narrativa coherente, lo que posiblemente indica un mecanismo similar. Más tarde, se introdujo una adición a la técnica: el autor asumiría un estado espiritual elevado, imaginándose radiante e invulnerable. Como resultado, las visiones de rostros cesaron, y se alcanzó un nuevo estado caracterizado por un aumento de ruido en la cabeza, que recordaba una presión alta o un latido rápido del corazón. Este efecto se compara frecuentemente con el sonido del viento.

Durante este tiempo, surgió una sensación de ligereza, una mayor claridad mental y la capacidad de percibir el espacio circundante con los ojos cerrados, aunque sin detalles claros. Este estado era casi idéntico a la parálisis del sueño pero sin el miedo paralizante. También indujo un sentido de temor que llevó al autor a abrir los ojos. Gradualmente, el autor se acostumbró a este estado y pudo mantenerse en él durante un tiempo, usando un sentido intuitivo de control, aunque era un desafío. Un día, después de un esfuerzo físico intenso, el autor pudo entrar en este estado con facilidad. Siguiendo la práctica estándar, intentó hacer algún movimiento para sentir su separación del cuerpo. Intuitivamente, realizó una voltereta hacia adelante, que resultó fácil y estuvo acompañada por una sensación de casi ingravidez. Era consciente de su posición en el suelo donde ocurrió la voltereta, y su orientación espacial permaneció intacta de principio a fin.

El espacio a su alrededor estaba completamente oscuro, pero poco a poco comenzó a iluminarse, tomando la forma de una habitación. Esto era similar a la primera experiencia de moverse hacia una oscuridad completa, percibida como la inmensidad del espacio exterior. No se veían estrellas, pero eventualmente apareció un planeta, como cuando los ojos se acostumbran a la oscuridad. En la habitación, el autor podía moverse de manera natural y se encontró con su perro, que también reaccionó a él. No se veían otras personas, aunque en la casa había personas. Decidió volar a la luna y saltó a través de una ventana cerrada. El intento de volar fue infructuoso. Al saltar desde la altura de una ventana del primer piso, cubrió suavemente alrededor de ocho metros en una trayectoria balística normal, como si la gravedad fuera mínima. Agitar los brazos no tuvo efecto y, al tocar el suelo, despertó.

El espacio exterior a la ventana era similar a la realidad, pero con la luna brillando, que no estaba en realidad, y sin objetos como personas o autos, como si el nivel de detalle se redujera. En otro intento similar, tras percibir su separación del cuerpo, el autor logró sentarse en la cama. Su claridad de conciencia y sensación de ligereza eran mayores, y vio inmediatamente el espacio de la habitación. Tenía una comprensión clara de que su cuerpo estaba acostado, pero casi de inmediato, ocurrió una división en la percepción entre estar sentado y acostado. Esto estuvo acompañado de un aumento en la incomodidad y un nublado de la conciencia. Una vez acostumbrado a esta incomodidad, descubrió que este era el estado normal de vigilia.

En un caso, en un estado de ultra-consciencia, el autor descubrió que su cuerpo ya no era humano como de costumbre, sino que se percibía como un campo ovalado con un leve resplandor, dentro del cual algo parecido a un sistema nervioso palpitaba, con una columna principal y ramas que recordaban a corrientes eléctricas. Esto se asemejaba mucho a las representaciones comunes del aura humana, que el autor había visto antes pero ahora percibía de manera muy clara. Este estado estaba acompañado por un intenso ruido de vibración, una sensación de enorme poder, una sensación de ingravidez y la percepción de poder atravesar el espacio extremadamente rápido, que ya se percibía más allá de la habitación. El cuerpo ovalado e ingrávido permanecía en la cama, y el autor despertó antes de entender cómo podría moverse.

La mayoría de los otros intentos terminaban en la fase inicial de percepción del espacio circundante y separación del cuerpo sin ninguna acción. En un caso aislado, la conciencia vino en un sueño y el autor se encontró flotando cerca del techo. Había una sensación de libertad total, siendo la única razón para regresar la responsabilidad hacia sus seres queridos. El entorno se diferenciaba en que estaba más iluminado que en la realidad.

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