En algunos enterramientos antiguos, las personas eran sepultadas con “máscaras funerarias” — cubriendo el rostro y la mandíbula con materiales como arcilla, cera, resina o maíz. En un estudio reciente, científicos han eliminado digitalmente estas máscaras de cuatro momias colombianas para reconstruir cómo podrían haberse visto en vida — ofreciéndonos una rara oportunidad de “ver” los rostros ocultos.
Estas momias provienen de la región andina de Colombia y vivieron entre los siglos XIII y XVIII. Los cuatro individuos incluyen un niño de unos 6–7 años, una mujer de unos 60 años, y dos hombres jóvenes adultos. Aunque sus tumbas fueron saqueadas en el pasado, las máscaras permanecieron sobre sus rostros, ocultando así los rasgos esqueléticos.
Con escáneres por TC (tomografía computarizada), el equipo capturó imágenes tridimensionales detalladas de los cráneos y luego retiró digitalmente la capa correspondiente a la máscara. Sobre los cráneos expuestos añadieron tejido blando — músculos, grasa y piel — usando software especializado y un lápiz háptico (una herramienta de “escultura digital”). El resultado: cuatro rostros reconstruidos con expresiones neutrales.
Debido a que las propias máscaras estaban dañadas (faltaban narices, bordes rotos), las reconstrucciones también dependieron de decisiones de modelado. Por ejemplo, para los cráneos masculinos adultos se usaron datos modernos de grosor de tejido facial de hombres colombianos actuales. Pero para la mujer y el niño no existen datos modernos comparables, por lo que se hicieron suposiciones interpretativas adicionales.
Características como la forma y tamaño de la nariz se eligieron midiendo el hueso y comparando con una variedad de formas posibles. El color de piel, cabello y ojos se asignó con base en los rasgos típicos de la región. Luego se agregaron texturas finales — arrugas, pestañas, poros — aunque los investigadores enfatizan que estos detalles son supuestos. Según sus propias palabras, estos rostros muestran cómo podrían haber lucido, no retratos exactos.
Estas reconstrucciones actúan como un puente al pasado, ayudándonos a visualizar y humanizar personas antiguas cuyos rostros de otro modo permanecerían ocultos. El proyecto también arroja luz sobre la práctica cultural en la Colombia prehispánica de enterrar individuos con máscaras funerarias — una costumbre más observada en otras partes de Sudamérica.
























